Un aporte del Observatorio de Comunicación en Salud.
En un contexto social donde los discursos públicos están cada vez más atravesados por el enfrentamiento, la descalificación y el desprecio, es necesario preguntarnos qué lugar ocupa el lenguaje en la construcción de nuestra convivencia.
Las interacciones digitales —a veces impunes por el anonimato o la distancia— no escapan a esta lógica. Incluso, pueden amplificarla.


Días atrás circuló en redes una frase atribuida a un alto ejecutivo de Google, en la que se sugería que maltratar a la inteligencia artificial sería una forma más efectiva de usarla. Más allá de la veracidad o del tono irónico de esa afirmación, la situación abre una reflexión más profunda: ¿qué efecto tiene naturalizar un trato violento, aunque sea hacia una máquina? ¿Qué tipo de cultura construimos cuando promovemos la agresividad como método?
Desde el Observatorio de Comunicación en Salud, creemos que cómo nos comunicamos también define cómo nos vinculamos, incluso cuando ese vínculo es con una tecnología.

Desde el Observatorio: Nuestra mirada.
La comunicación nunca es un acto neutral o meramente funcional. Cada palabra, cada tono, cada gesto simbólico tiene un impacto. Cuando hablamos de inteligencia artificial, solemos olvidarnos que, aunque las máquinas no tienen emociones ni conciencia, la forma en que interactuamos con ellas refleja y moldea nuestras prácticas sociales y culturales.
Tratar mal a una IA no es solo una cuestión técnica o anecdótica: es un gesto simbólico que puede reforzar patrones de agresividad y deshumanización que ya están presentes en nuestra sociedad. En contextos donde la violencia verbal y simbólica está en aumento, naturalizar el maltrato, aunque sea hacia una máquina, puede hacer que esos comportamientos se normalicen y se reproduzcan en las relaciones humanas.
No, no coincidimos con esa idea. Podemos entender la intención provocadora o técnica detrás del comentario, pero promover el maltrato, aunque sea simbólicamente, no aporta ni al desarrollo de la inteligencia artificial ni al respeto en la cultura digital.
Desde el Observatorio de Comunicación en Salud, sostenemos que no podemos permitir que la agresividad se naturalice en ningún ámbito, digital o presencial. Más aún en el campo de la salud, donde la comunicación es fundamental para construir vínculos de confianza, respeto y cuidado.

Por qué la comunicación importa, especialmente en salud
Las habilidades comunicacionales son una de las características que nos diferencian como especie y constituyen un pilar fundamental en la profesionalización de los procesos de atención sanitaria. Durante cada interacción, construimos percepciones; somos, en gran medida, las emociones que experimentamos en esos encuentros. Por eso, una comunicación empática y centrada en la persona nunca podrá ser reemplazada completamente por la tecnología.
En el ámbito sanitario, la calidad del vínculo comunicacional impacta directamente en la confianza, el bienestar y los resultados clínicos. Formar profesionales que entiendan y valoren esta dimensión humana es esencial para evitar que la despersonalización se arraigue, incluso cuando se incorporan herramientas tecnológicas.
Las tecnologías, incluyendo la inteligencia artificial, deben ser vistas como aliadas que potencian y enriquecen el acto de cuidado, pero no como sustitutas del contacto humano ni de la escucha empática.

Las palabras que elegimos para comunicarnos importan, y no solo cuando hablamos con otros seres humanos, sino también en nuestra interacción con la tecnología. Porque la manera en que hablamos moldea no solo nuestras ideas, sino también nuestras prácticas y relaciones.
En un momento en que las herramientas digitales y la inteligencia artificial cobran cada vez mayor protagonismo, desde el Observatorio de Comunicación en Salud reafirmamos nuestro compromiso con una comunicación consciente, empática y responsable.
Creemos firmemente que el respeto, la ética y el cuidado deben estar en el centro de todas las interacciones, sin importar el interlocutor. Necesitamos que los líderes, desarrolladores, profesionales y la ciudadanía en general comprendan que el respeto no es negociable, es una práctica que construye sociedades más humanas y saludables.
Por eso, invitamos a reflexionar sobre cómo nos comunicamos y a elegir siempre un lenguaje que promueva la inclusión, la empatía y el cuidado, tanto en el mundo físico como en el digital.

Analía Coronel

Analía Coronel

Lic. en Marketing - Directora

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